Hoy fuí por el Centro de Lima a buscar un experimento de ciencias para mi hijo y mientras caminaba recordé los años en que me preparaba para postular a la Universidad, en la Academia Sigma de la Av. La Colmena, hablo del año 1991. En esas épocas caminaba mucho por el Jirón de la Unión, por Tacna, por los que vendían casettes de música metálica cerca de la Plaza de Dos de Mayo. Allí me compré sin saber casettes de AC/DC, Metallica, Iron Maiden, luego deje de escuchar ese tipo de música y me compre casettes de Bon Jovi, Poison, Rod Stewart, osea empecé a bajar de nivel jejejeje, es que estaba buscando mi identidad. Bueno en esas épocas había Polvos Azules en lo que es la Alameda Chabuca Granda y me divertía andar por allí siempre buscando alguna cosita barata de utilidad y así me compraba ventiladores pequeñitos a pilas, llaveros de pelotitas con luces, los primeros portaminas chinos espectaculares que venían y relojes de 5 soles. Así también me acuerdo de los churros y pollos broaster del Jr de la Unión, de los cómicos ambulantes de la Plaza San Martín. Andar por toda esa zona del centro era familiar para mi, me sentía como en casa, como en mi pueblo.
Un día cuando salíamos con mi amigo Henry de la academia y nos dirigíamos al Jr de la Unión, justo en el Hotel Bolívar habían gitanas que leían las manos, siempre estaban allí, ya las conocíamos y nos conocían también, eran unas tías que casi no nos daban bola porque sabíamos que éramos misios, pero ese día cuando cruzamos la calle para pasar delante de ellas, a mis recién cumplidos 17 años y con solo unos cuantos meses en Lima, ví a una las mas bellas chicas que mis ojos habían visto, era una de las gitanitas, era chiquilla, con ojos azules, cejona, guapísima y vestida de gitana con su pañuelo en la cabeza, se dio cuenta que la mirábamos, se interpuso en nuestro camino, nos abordó y me dijo: “Te leo las manos”. Le respondí negativamente con los ojos y la cabeza, solo tenía para mi pasaje, y avanzamos, ella nos siguió casi agarrandome de los brazos y me decía: “Es solo una moneda, tu voluntad”. Yo solo atine a avanzar. Ella seguía detrás de nosotros diciendo: “Nunca desprecies la mano de una gitana, te puede ir mal”.
Volví la mirada y nuevamente la ví, era real, era una chica bonita, le dije que de verdad no tenía plata y me fui.
Ya caminando por el Jr de la Unión, mi amigo y yo no decíamos una sola palabra hasta despedirnos en el paradero. Yo pensando en ella ya la vez en sus palabras, me sentía mal, hubiese querido tener algo y pararme delante de ella para que me lea las manos y mataba tres pájaros de un solo tiro: saber mi futuro, verla a los ojos un buen rato y librarme de su maldición.
No la volví a ver, pero siempre pensaba en ella, en sus palabras.
Bye
Wednesday, August 20, 2008
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